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Y ahora, ¿qué hago con mis tarjetas de crédito?

Si te encanta usar tu tarjeta de crédito como París Hilton cada fin de semana, pero con la nueva reforma fiscal ya te da miedo, este artículo es para ti.

¿Qué es y cómo me afecta la reforma fiscal?

La discrepancia fiscal, término muy sonado últimamente, pero que no tiene nada de nuevo, es cuando el fisco comprueba que en un año calendario, tus gastos han sido mayores a los ingresos que declaraste.

A partir de este 2020 las compras que realices con tus tarjetas bancarias serán facturadas automáticamente. Si no necesitas factura, inicialmente podrás optar por no facturar. Con el susto de lo invasivo que suena lo anterior, mucho se ha comentado el ya no usar las tarjetas de crédito y nuevamente manejar solo efectivo. Antes de entrar en pánico, esto no es así.

El SAT y los bancos formaron una alianza para que a nuestro amigo hacienda le sea aún más fácil detectar cuánto gastas y en qué lo gastas y digo “más fácil” porque desde hace varios años han desaparecido las “cuentas bancarias personales”. El SAT tiene la tremenda facultad de ver tus movimientos bancarios, pero no es que le interese mucho si te vas a comer a los tacos o al mejor restaurante de Polanco, lo que quiere saber es si le estas reportando realmente tus ingresos.

Si percibes únicamente ingresos por sueldos y salarios, no tienes ningún problema, pues lo que ingresa a tu cuenta y lo que gastas está respaldado por tu comprobante de nómina.

Pero si adicional a tu chamba en la empresa, vendes cupcakes sobre pedido o te vas a Guadalajara al centro joyero a llevar mercancía para unos “ingresitos extras” y piensas que por no estar dada de alta en hacienda, no hay problema y no tienes que declararlos; te equivocas.

Dinero que entra a tu cuenta, para el SAT es un ingreso, y el que no sea así, debes poder demostrarlo.

¿Cómo funciona?

Por ejemplo, cuando tu papá te da una lanita al mes como apoyo para tu vida de independencia, lo recomendable es que sea vía transferencia para poder comprobar que viene de él (no se consideraría ingreso), porque por más que le jures y perjures que de verdad es de tu papá, si aparece como depósito en efectivo, nuestro querido SAT va querer que le pagues un impuesto.

¿Entonces, cómo muevo mi dinero ahora?

Primero que nada, es necesaria una buena organización personal de tus finanzas. Puedes seguir usando perfectamente tus tarjetas de crédito, pero te recomiendo que si vas a comprar algo de contado, lo hagas con efectivo o con la tarjeta de débito, y dejes mejor para la de crédito los meses sin intereses únicamente.

También evita los depósitos en efectivo, si vas a recibir algún préstamo y no es de un banco como tal, sino de un particular, por ejemplo, que sea vía transferencia, debes tener el contrato de préstamo adecuado.

Por último, si tienes un negocio o eres freelance y recibes ventas en efectivo, tu obligación es declararlas y pagar el impuesto correspondiente.

¡Piérdele el miedo! Cumplir con las obligaciones fiscales es parte de crecer, y aunque sientas que es un plan maquiavélico para sabotear tu entusiasmo por emprender, con la asesoría correcta no tienes de qué preocuparte. Créelo o no, estar inscrito en hacienda es fundamental para que tu negocio crezca.

Me encantará formar parte de tu proyecto y de la mano despejar todas tus inquietudes. Puedes contactarme por Facebook: Mar Fiscal, enviar un mensaje a través de Instagram: @marfiscal_ o agendar una cita al 33-30-16-3901.